lunes, 5 de noviembre de 2012

Paseándonos en el rosedal fantasma



Ni la hora ni el día podría asegurártelos. Tan solo sé que estaba casi oscuro. Por supuesto, ya había estado allí otras veces. Cada tanto sucedían cosas inesperadas. Y esta vez no fue distinto. Ella me había asegurado que quería verme. Que la distancia sería poca cosa dentro de poco. Que de algún modo conseguiría llegar a donde yo estoy. Tal vez los deseos no deban cumplirse siempre sin tener en cuenta las consecuencias de los mismos. Si se supone que algo debería perderse para poder complacer su deseo, tendría que ser algo de sí misma?
Nos terminamos encontrando en aquel lugar de luces tenues, de sonidos inexplicables y sensaciones encontradas. Levantamos la mirada al darnos cuenta que el otro se encontraba a unos cuantos pasos de uno mismo. Instintivamente nos acercamos. Para qué?
Cuando deseas algo, algunos detalles que no tenemos en cuenta o que terminamos omitiendo se nos pueden volver en nuestra contra de maneras que ni nos hubiéramos imaginado. Ella nunca determinó de que manera deseaba verme. O en qué estado. Lamentablemente para ambos, era en un estado de descomposición. Con algunos trozos de piel desgarrada de la superficie, los ojos blancos y las ropas ennegrecidas y andrajosas, pudo cumplir su sueño de llegar a donde yo estaba. Una necrófaga al ataque…(sigue)

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